martes, 15 de abril de 2014

Cocina Chilena, en las buenas y en las malas.



Día de la Cocina Chilena Abril 2014



“Que rico son los granados

Con pilco y mazamorra

Allá va que plato más jugoso

Caramba, con un poquito de cebolla

Mi vida y que rico son los granados

Los porotos con mote,

Con chicharrones 97

Para el roto chileno

Son los mejores

Son los mejores, ay sí

Me hai vuelto loco

Con un plato de pan trucas

Y otro 'e porotos

Con el poroto ballo

Doy vuelta el año.”


Estela Castillo, cantora campesina.

En “Canto palabra y memoria  campesina.

Isabel Araya Olmos
Patricia Chavarría Zemelman
Paula Mariángel Chavarría.


Una de las muchas variedades de porotos que hay en Chile. Foto de Anabell.




Hoy 15 de Abril es el día de la Cocina chilena,  día que se viene conmemorando desde hace algunos años.


Este 2014, nos pilla con varios acontecimientos que tienen a un gran número de compatriotas afectados. Primero un terremoto en el norte, ahora un gran incendio en Valparaíso.


Claramente no están los ánimos para celebraciones. Los tiempos están para solidarizar y colaborar, cada uno verá el cómo, cuándo y dónde. Un simple té o un mate con pan basta.


Así y todo sigue siendo el Día de la Cocina Chilena, y quizás sea bueno recordar que en nuestra historia nuestras cocinas siempre han estado presentes, en las buenas y en las malas.


 Cocina de Campo, despues de otra "emergencia". Foto de Anabella.



En nuestros campos las cantoras populares y las comidas estuvieron (y aún están en algunas partes) ahí.  Sea para celebrar algún acontecimiento, para acompañar en los malos momentos o animando largas jornadas de trabajo colectivo solidario. En ocasiones  las cantoras pasaban varios días guitarra en mano. Un día, tres días, cinco días, sin parar. Acontecimientos donde no faltaría jamás comida y bebida,  ni respeto; sea que acompañaran hechos tristes o alegres. Nada de paga, iban por  comida y bebida.


Cada cierto tiempo y a pesar de la modernidad, estas expresiones populares afloran. En el campo, por ejemplo; aún en funerales de campo, la comida acompaña y reconforta a lo largo del velorio que dura dos días. Ahí se reparte comida a los amigos y familiares que acompañan. Caldo caliente en medio de la noche y otras preparaciones para el almuerzo, se reparten cigarros y vino o algún “guarisnaque o fuerte”.  En otras situaciones complejas lo primero que se juntaba era harina, para llevar a los afectados; porque el pan no pude faltar, y aún sin tener una cocina se pueden preparar tortillas de rescoldo o churrascas; que con un tecito o mate ya abrigan la tripa y el alma. También salvan las papas y la chuchoca, con ellas el “puchero” está asegurado.

Antiguamente en los velorios de “los angelitos”  se mataban chanchos, se daba comida, vino y había harto canto, la toná y la cueca del angelito. Los que acompañaban a la familia eran bien alimentados, retribuyendo con eso la presencia solidaria y los innumerables rezos que no cesaban durante toda la noche.


                          Mujeres cocinando en una Trilla, La Quebrada de Marchigue. Foto de Anabella.



No todo es tristeza y sollozos, también hay ocasiones más alegres, ligadas a las siembras y cosechas, las trillas donde se juntaban los vecinos y todos ayudaban a cortar el trigo con echonas -no con máquinas como se hace en estos tiempos-, después viene la emparvada. Las mujeres pegadas a los fogones, preparando almuerzo para todos los que colaboran, no hay pago de por medio; se retribuye con comida abundante y vino. Al anochecer, otra comida, ahí aparecen las cantoras y los pañuelos. Se arma la fiesta, se celebra, comiendo y balando cuecas. Los platos de trilla varían de una región a otra, por la región de Coquimbo, hervidos, ensalada y una presa con arroz; por lo región del Libertador son cazuelas de albóndigas y así en cada lugar hay un plato reconfortante. Mote y huesillos suele ser el final del almuerzo.


La celebración de San Juan, por el sur era todo un acontecimiento, llega hasta nuestros días el célebre “Estofado de San Juan”, que ha vuelto a cobrar vigencia estos últimos años más allá de sus fronteras originales. En otras partes el San Juan era celebrado con chancho papas y vino, matizando la procesión, con comida y canto, marizando con las décimas de San Juan.
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Se celebraban otros santos y se pagaban las mandas, San Sebastián, las Carmenes y muchos otros. Las procesiones eran habituales y luego se seguía con almuerzo o se daban onces, y se  terminaba con la comida, pasando al canto y al infaltable baile con cuecas.


Los casamientos duraban el día entero, y como en las grandes celebraciones se partía con empanadas y luego una seguidilla de platos; eran tiempos en que en las casas se comenzaba a afanar tempranito en la cocina para preparar el caldo, la entrada o ensalada, seguido del plato de fondo y el postre. Al atardecer ponches, roscas, queques y vino (esto por el sur).









¿Qué me hizo recordar estas cosas?


Ayer, un grupo de solidarios amantes de las cocinas chilenas partió rumbo a los cerros de Valparaíso, integrantes de PEBRE –Corporación por las cocinas de Chile- en vez de realizar la actividad de celebración planeada para el día de la cocina Chilena, decidieron sumarse a tanto voluntario que acudía a colaborar después del incendio.  Cuento corto, partieron haciendo compras, recibiendo aportes silenciosos y enrumbaron al puerto a cocinar; para terminar al atardecer repartiendo comida caliente, y sabrosa. Hoy la cosa va por las mismas…


Recuperando con esto cosas que antes eran habituales, espíritu solidario y los mingacos o mingas otrora tan comunes.  Esta minga no fue para cosechar papas, o limpiar canales, tampoco para trasladar una casa de lugar o techar otra, esta vez es para acompañar, dar consuelo y alimentar a quienes se quedaron literalmente en la calle.



La Cocina Chilena sigue ahí, en las buenas y en las malas.
Reconforta, alimenta y hace brotar más de una sonrisa, anima.